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DOCTRINA FEDUIKOV

DEFINICIÓN Y RESUMEN

Se conoce como la «doctrina Feduikov» a la serie de medidas adoptadas por el gobierno de la Federación Rusa en el período comprendido entre 2018 y 2033, y que condicionaron su política exterior, y sobre todo su actitud hacia la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), lo que llevó en varias ocasiones al borde de una Tercera Guerra Mundial, debido a la actitud confrontadora del gobierno ruso en asuntos tales como el de la defensa contra misiles balísticos (ABMD, por sus siglas en inglés) y por su apoyo a células terroristas y movimientos guerrilleros a nivel mundial. Ese período también se conoce como la «Tercera Guerra fría», en contraposición a los períodos de «Guerra Fría» comprendidos entre 1947 y 1962, y 1979 a 1989.

ANTECEDENTES

La desintegración de la URSS en 1991 creó toda una serie de nuevas amenazas para el Estado mayor que surgió de este proceso, la Federación Rusa. Si bien Rusia seguía siendo el país más grande del mundo y el más rico en recursos minerales (incluyendo importantes yacimientos de petróleo y gas), la desaparición repentina de casi un tercio de su territorio anterior, sumada a la catastrófica crisis económica derivada del cambio de sistema político y el caos institucional subsiguiente a la disolución de la Unión, mermaron sus capacidades militares a un nivel sin precedentes. Incapaz tanto de sostener como de modernizar sus Fuerzas Armadas, Rusia llegó al año 2000 con importantes carencias tanto en equipamiento en buen estado como en entrenamiento para su personal.

Pero mientras las fuerzas convencionales presentaban un alto grado de deterioro, el poder nuclear estratégico se mostraba en mejor forma. Si bien tanto las fuerzas de bombarderos estratégicos como de submarinos lanzamisiles se habían visto importantemente reducidas en su operatividad (por falta de repuestos y de mantenimiento) y sus ejemplares se estaban volviendo obsoletos, la Federación Rusa heredaba de la URSS una gran cantidad de misiles balísticos intercontinentales (ICBM, en inglés) basados en tierra, tanto en silos fijos como montados en lanzadores móviles en camiones.

En este contexto, y frente a la imposibilidad de defender adecuadamente la Federación Rusa mediante armas convencionales, el ministro de Defensa Sergei Ivanov ideó una doctrina militar que priorizaba tanto el uso como el desarrollo de armas nucleares para enfrentar un ataque de uno o varios países en contra de la nación rusa. Concretamente, esta doctrina autorizaba y avalaba el uso de armas nucleares; textualmente (según el texto revisado en 2010):

«La Federación de Rusia se reserva el derecho de emplear armas nucleares en respuesta al uso de la fuerza en contra de ella y (o) de sus aliados, con armas nucleares y otras armas de destrucción masiva, así como en caso de agresión a la Federación Rusa con el uso de armas convencionales, dada una amenaza para la existencia misma del Estado.»

Pero si bien en Occidente esta doctrina fue catalogada como «excesiva» o directamente como un «chantaje atómico», en ciertos círculos de inteligencia y del ministerio de Defensa rusos fue vista como una medida puramente reactiva, un «manotazo de ahogado» que a la vez que dejaba en evidencia la debilidad de sus Fuerzas Armadas convencionales, no hacía nada para eliminar o debilitar las principales amenazas extranjeras contra la Federación.

El plan norteamericano de 2009 (luego abortado) de instalar sistemas de defensa anti-misiles balísticos basados en países tan cercanos a Rusia como Polonia o la República Checa, encendió las alarmas entre los altos mandos del Ejército frente al avance cada vez más agresivo de la OTAN en el área. Si bien las capacidades de los anti-misiles SM-2 no representaban una disuasión creíble contra un arsenal de cientos de misiles nucleares de corto y largo alcance, los potentes radares de búsqueda y seguimiento encargados de guiar dichos misiles podían monitorear los movimientos de la Fuerza Aérea rusa hasta 200 km dentro de territorio de la Federación, así como seguir con facilidad las trayectorias de los vuelos de prueba de nuevos misiles nucleares, lo cual era visto como “un descarado acto de espionaje” por parte de los EE.UU.

Al mismo tiempo, la creciente producción de petróleo y gas obtenidos desde fuentes no convencionales (véase: petróleos no convencionales) provenientes en su mayor parte de Canadá y EE.UU. permitió, por primera vez en años, un descenso continuado de estos recursos, algo negativo para Rusia dada su condición de país productor de hidrocarburos, dado que los precios más altos le permitían recibir más divisas, y viceversa. El impacto de este descenso en las rentas del Estado ruso prometía afectar severamente su economía, y por lo tanto, también el ritmo de modernización de sus Fuerzas Armadas.

DOS CRISIS EN UNA: LA GUERRA DE UCRANIA Y EL «ESCUDO ANTI-MISILES»

La anexión «de facto» de la península de Crimea por parte de las fuerzas armadas rusas en 2014 disparó las alarmas en los gobiernos occidentales. Por primera vez en la historia de la OTAN, Rusia atacaba y se apropiaba de territorio de un país perteneciente a la Alianza Atlántica. Los hechos subsiguientes (las acusaciones de apoyo ruso a los grupos ucranianos rebeldes, el derribo del vuelo MH-17 de Malasia Airlines mientras sobrevolaba una zona controlada por los rebeldes, y las medidas de represalia económicas llevadas a cabo por los gobiernos europeos y de EE.UU) congelaron las relaciones entre Rusia y la OTAN hasta un punto sin precedentes en la era post-URSS.

En este contexto, en 2015 se desató una crisis más entre Washington y Moscú, debido a nuevos planes para el llamado «escudo anti-misiles». Estos planes habían sido reformulados por el presidente de EE.UU. Barack Obama, eliminando las instalaciones «de avanzada» en Polonia y República Checa, y sustituyéndolas por un sistema formado por anti-misiles SM-3 embarcados en sofisticados destructores AEGIS, conociéndose este sistema como AEGIS ABMD (AEGIS Anti Ballistic Missile Defense) Este grupo de destructores tenía planificado operar en el Mar Mediterráneo como defensa contra posibles ataques con misiles balísticos de largo alcance provenientes de Irán o Corea del Norte.

Pero al igual que en el 2009, este «escudo anti-misiles» fue visto en Rusia más como una amenaza contra su fuerza nuclear de misiles balísticos intercontinentales, que como respuesta a una posible amenaza iraní o norcoreana, las cuales no eran vistas como factibles (al 2015, no había indicios de que alguno de estos países estuviera diseñando o probando misiles de largo alcance).

Según declaró el ministro de Defensa Sergei Shoigú ese mismo año, dicho escudo «destruye en los hechos el equilibrio estratégico entre la OTAN y la Federación Rusa, y va en contra de los principales acuerdos de reducción de armamentos de los últimos cuarenta años».

Las reacciones del complejo político-militar ruso no se hicieron esperar. Como respuesta a esta amenaza percibida, se aceleró la entrada en servicio, para fines del 2015, del nuevo caza-bombardero de 5ta generación, primeramente conocido como «PAK-FA», y luego con su denominación oficial Su-41. El Su-41 era la respuesta rusa al caza “furtivo” norteamericano F-22, y si bien su firma de radar era algo mayor que la de éste, sus avanzadas características lo convertían en el nuevo “caza pesadilla” para occidente.

Conjuntamente con esto se acometió un programa de urgencia para modernizar toda la flota de cazas navales de la Armada rusa, y se introdujo en servicio un nuevo misil antibuque con baja detectabilidad por radar, el Kh-35UM, en realidad una versión «furtiva» del misil Kh-35 que ya estaba operativo en la Armada desde el año 2003; esta versión estaba adaptada, además, para entrar en las reducidas bodegas de armas del Su-41. También se aumentó el despliegue de misiles anti-buque supersónicos P-800 «Oniks», considerados como una «bala de plata» contra los buques de guerra estadounidenses; dichos misiles iban montados mayormente en corbetas rápidas, un tipo de buque pequeño pero numeroso y efectivo, aunque también fueron instalados como parte de modernizaciones en el crucero pesado “Moskva” y en el portaaviones “Kuznetsov”.

Asimismo se intensificó al triple el ritmo de operaciones de la Armada rusa en el área del Atlántico; e incluso a principios del 2015, se comisionaron urgentemente dos nuevas fragatas clase “Gepard” y dos nuevos submarinos clase “Lada” para complementar dicho patrullaje. Dicho material era, a ese año, el más avanzado con el que contaba la Flota rusa.

Cada una de estas medidas constituía en sí misma un riesgo para la supervivencia del sistema ABM embarcado, y todas ellas en conjunto constituían un peligro serio, algo que no fue pasado por alto por los estrategas norteamericanos.

ANÁLISIS RAND Y SUS CONSECUENCIAS

Un informe técnico de agosto de 2016 de la prestigiosa RAND Corporation señalaba la amenaza que podría significar el «binomio furtivo» Su-41/Kh-35UM, haciendo posible un ataque exitoso contra el sistema AEGIS ABMD en caso de una guerra regional o mundial. «Rusia necesita, en caso de guerra, preservar su poder nuclear -y su poder de disuasión asociado- a toda costa» citaba dicho análisis.

La baja detectabilidad tanto del caza como de los misiles permitiría sin problemas efectuar dos tipos de ataques hipotéticos: un vuelo de «largo aliento» de los Su-41 operando en el Atlántico, volando al ras de la olas por debajo del horizonte radar del sistema AEGIS, y atacando a los destructores si estos operaban en el área del Cantábrico. Si bien en este caso las distancias recorridas hacían necesario el uso de tanques de combustible extra (desechables) y de reabastecimiento en vuelo, el informe concluía que los vuelos de larga distancia «están dentro de las capacidades técnicas del avión».

El segundo ataque hipotético consistía en una oleada de Su-41 despegando desde territorio continental ruso, sobrevolando a bajo nivel los territorios de Bulgaria, Macedonia y Albania (ninguno de los cuales poseía una defensa antiaérea realmente avanzada), ingresando al Mediterráneo, y atacando a los destructores si éstos se hallaban el área del Mar Tirreno. Adicionalmente, el bajo nivel de retorno de radar del misil Kh-35UM aumentaba las posibilidades de dejar fuera de combate a los destructores AEGIS americanos; los sistemas de defensa cercana CIWS existentes para estos buques «no tendrían tiempo de alerta suficiente para reaccionar de manera adecuada».

Estos ataques podrían ser ejecutados (según el documento RAND) de manera puntual y solitaria («la opción furtiva»), o en combinación con ataques de otros sistemas, tales como un ataque masivo de decenas de misiles crucero siguiendo las mismas rutas y blancos de los Su-41 («la opción todo o nada»). Así, la defensa ABM embarcada podía ser inutilizada en los primeros minutos de una guerra a gran escala, y usando sólo armas convencionales, no nucleares.

Dicho informe, si bien en un principio fue catalogado como «sólo para uso oficial» por el Departamento de Defensa estadounidense, fue filtrado a la Internet y finalmente referenciado por el Dr. Carlo Kopp, un conocido analista de defensa australiano, en su actualización del «Análisis de capacidades del caza Suhjoi Su-41» de noviembre de 2016, poniendo luz pública al asunto, y generando un escándalo en EE.UU.

En marzo de 2017, el Congreso consultó, en una comparecencia pública, al presidente Obama sobre esta cuestión, ya conocida como el «ABM-Gate». En dicha sesión se cuestionó tanto la viabilidad militar como económica de mantener el sistema AEGIS ABMD, dadas sus vulnerabilidades. El presidente Obama contraatacó dando a conocer el Plan de Defensa Anti-Misiles Balísticos para 2017, que era una versión revisada del plan de 2009, pero con la inclusión de sistemas anti-misil más capaces (versiones terrestres del SM-3), junto con un complejo sistema de «anillos» de defensa antiaérea con misiles “Patriot” y silos subterráneos, para proteger los SM-3 de ataques con armas convencionales.

A resultas de esta comparecencia ante el Congreso, se abandonó el sistema AEGIS ABMD embarcado y se procedió a acelerar la instalación de los componentes del sistema ABM terrestre en Polonia y República Checa, los cuales habían dado su autorización -al menos a nivel de gobierno, no así a nivel popular- a dicho despliegue.

Para principios de 2018, los primeros elementos de dicho sistema ya estaban operativos, conduciendo a una nueva escalada de tensión entre Washington y Moscú.

ELECCIONES RUSAS DE 2018

En medio de esta situación, se produjo la victoria del candidato nacionalista Aleksei Ibramovich, considerado un radical dentro de su partido, Rusia Unida, fuertemente relacionado con el entonces presidente en funciones Vladimir Putin. Ibramovich, un exitoso empresario con intereses divididos entre el área de la energía y las empresas armamentísticas, era uno de los «magnates de Putin», un grupo de hombres de negocios surgidos al calor del aval del líder ruso a los millonarios que daban apoyo -o se limitaban a no oponerse- a sus políticas.

Aún cuando sus declaraciones en contra de la OTAN hacían parecer al ex-presidente Medvedev y al propio Putin como «moderados», tanto el presidente como la cúpula militar y la élite política rusa le dieron su apoyo cuando decidió presentar su candidatura en agosto de 2018.

Tras una corta pero fulgurante campaña (su intención de voto se catapultó desde el 29,5% en noviembre hasta un 52,3% entre enero y marzo), Aleksei Ibramovich fue elegido como el quinto presidente de la Federación Rusa, con el 56,1% de los votos contra el 28,3 % de su contendiente más cercano, el comunista Igor Tavchenko. Su discurso triunfal fue considerado -según el periódico Wall Street Journal- como el más «fascista» y «anti-occidental» de un premier ruso desde la caida de la Unión Soviética.

REUNIONES SECRETAS

Según documentos desclasificados, el 9 de mayo de 2018, apenas dos días luego de comenzar su mandato, Ibramovich convocó una reunión a puertas cerradas en el Kremlin, con la participación del todavía ministro de Defensa Sergei Shoigú, varios altos mandos del Ejército, el director del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) Pavel Grishen, y el entonces oficial analista del SVR Grigori Feduikov, «apadrinado» por el director Grishen. En esta reunión se determinó a la doctrina Ivanov como «insuficiente» para detener el avance agresivo de las potencias occidentales -sobre todo EE.UU.- y se analizaron las posibles maneras de «proveer una contención más activa, ofensiva», en lugar de la «contención pasiva, defensiva» de la doctrina Ivanov.

Si bien en esta reunión no se llegó a un acuerdo sobre la nueva doctrina a seguir, se analizaron estrategias de «contención activa» que básicamente eran una re-edición de las estrategias seguidas por la URSS durante la guerra fría.

En los dos meses siguientes se sucedieron reuniones secretas tanto en el Kremlin como en la dacha (casa de campo) de Ibramovich a las afueras de Moscú, y en la residencia privada de Grishen en San Petersburgo. Si bien Ibramovich no estuvo presente en todas la reuniones, «el presidente estuvo completamente al tanto, constantemente informado de las discusiones y de las ideas que se analizaban allí» según reza uno de los informes. Incluso cuando no pudo viajar a San Petersburgo por temas de agenda «estuvo presente en dos de estas deliberaciones vía teleconferencia. Para él era un asunto de máxima importancia».

De todas las vías de acción planteadas en estas discusiones, salió triunfante el plan de Feduikov, aunque según varios participantes en la reunión (los documentos filtrados no especifican quiénes) las medidas propuestas por Feduikov «no eran más que un refrito de las medidas de presión ejercidas por el gobierno de EE.UU. entre 1979 y 1989 contra la URSS, pero al revés» (los documentos tampoco identifican al autor exacto de esta frase). Esto significaba golpear a la OTAN, y sobre todo a EE.UU., tanto a nivel militar como económico, y mediante estrategias que sin ser excesivamente costosas de implementar por Rusia, condujeran a un gasto sin control de sus rivales para contrarrestarlos, a fin de «disminuir el poder de la OTAN, para así poder alcanzar el tan deseado equilibrio estratégico entre ambos bandos».

Si bien estas ideas fueron resistidas al principio, «Feduikov tenía ideas más definidas que cualquiera de nosotros» (autor no identificado), y «recibió el apoyo de Grishen, todo el tiempo. Al parecer era la voz oficial de Inteligencia en ese asunto» (ídem anterior). De acuerdo a los documentos develados del SVR, se realizó una votación para zanjar las discusiones, de la cual salió finalmente favorecido el plan de Feduikov, más ofensivo, por sobre la opción de una «contención pacífica» que buscaba aumentar la fuerza militar convencional y el poder económico de Rusia, pero sin menoscabar directamente el poder de la OTAN.

Según el historiador inglés Mark Ferguson «el resultado de esta votación decidió el destino del mundo en los siguientes quince años».

REVELACIÓN FINAL DE LA DOCTRINA

Si bien las existencia de esta doctrina era conocida entre las altas esferas del gobierno ruso, lo cierto es que Ibramovich y Grishen convirtieron al comité permanente para llevar el plan de Feduikov a cabo, en palabras del periodista político Pavel Tablesky, «en un grupo selecto, cerrado y con las mayores medidas de seguridad, una secta unida por su fanatismo y sus pactos de silencio», lo cual hacía extremadamente difícil penetrar el grupo no sólo para los servicios de inteligencia occidentales, sino incluso para los propios miembros de la inteligencia rusa no pertenecientes a dicho comité.

Dada la hermeticidad del grupo, la existencia de esta doctrina salió a la luz pública sólo luego del golpe de Estado de 2033 contra el presidente Shugachily, conocido por ser considerado el «delfín» o mano derecha de Ibramovich. Este golpe fue liderado por el enemigo político (y antiguo ex-aliado) de Ibramovich, Igor Tavchenko, aprovechando el resentimiento existente entre los miembros de la cúpula militar y de inteligencia no pertenecientes al «comité Feduikov», hecho que contribuyó sin dudas al éxito del alzamiento (Ver: Golpe de Estado de 2033 en Rusia)

Luego del derrocamiento de Shugachily, Tavchenko mandó a encarcelar a las cabezas más vivisbles del comité: Ibramovich, Grishen y al propio Feduikov, para luego proclamarse presidente interino de la Federación Rusa. Una de sus primeras acciones como gobernante fue llevar a cabo una investigación exhaustiva sobre el alcance de dicho grupo en el conglomerado político, militar y de inteligencia del país. Dicha investigación estuvo comandada por el fiscal y político Yuri Ulyanov, en ese entonces poseedor de una gran popularidad entre la población rusa, dirigiendo un equipo con miembros escogidos de entre los principales servicios de inteligencia de la Federación. Las buenas relaciones de Ulyanov no sólo con los líderes golpistas, sino también con el empresariado vernáculo, y el progresivo conocimiento que alcanzó sobre la red pergeñada por Ibramovich, Grishen y Feduikov, hicieron posible que éste acumulara en pocos meses un poder de decisión aún mayor que el del propio presidente.

Tavchenko fue sucedido, a los tres meses del triunfo del golpe, por el propio Ulyanov; el apoyo popular de éste fue refrendado por un referéndum que lo mantuvo como presidente interino hasta noviembre del 2034.

A mediados de ese mismo año, luego de una sonada y polémica filtración de documentación por parte de los espías Viktor Treblenko y Oleg Vasilykov, que habían desertado y huido a Gran Bretaña luego del golpe de Estado (ver: caso Russleak), y tras una primera negativa a efectuar declaraciones por parte del gabinete de Ulyanov, el ministro de Relaciones Exteriores Anton Bukharin aceptó la veracidad de dichos documentos -entre los cuales se encontraba la doctrina «de contención activa a las amenazas contra la Federación Rusa»- al tiempo que llamó a «una nueva era de distensión y coexistencia pacífica entre las naciones» y manifestó el compromiso del nuevo gobierno de «no repetir los errores del pasado». Cabe acotar que hasta ese entonces no había trascendido mucha información sobre los hallazgos del grupo de investigación comandado por el ahora presidente, hecho que los gobiernos y la prensa de EE.UU y Gran Bretaña habían criticado duramente.

Días después, en una comparecencia transmitida en directo a todo el mundo, el presidente Ulyanov declaró que «la seguridad de Rusia no debería ir en detrimento de la seguridad de otras naciones, ni de la paz mundial».

Hoy en día, la «doctrina de contención activa a las amenazas contra la Federación Rusa» se conoce más comúnmente como «doctrina Feduikov», en referencia a su ideólogo y primer redactor.

ANÁLISIS DE LA DOCTRINA

La doctrina Feduikov era en realidad una mezcla de medidas «de choque», algunas de las cuales remiten a las tomadas en la década de 1960 por Kruschev y de 1970 por Brezhnev (P.ej, el apoyo a movimientos guerrilleros) y otras que se asemejan sospechosamente a las tomadas por Reagan en la década de 1980 contra la URSS, pero «dadas vuelta» para aprovechar las debilidades de EE.UU. en ese entonces.

Mientras la doctrina Ivanov autorizaba al uso de armas nucleares contra cualquier agresión a gran escala contra territorio ruso, la doctrina Feduikov apuntaba a contener la amenaza principal: el despliegue cada vez mayor de la OTAN en los países de Europa del este, y la progresiva militarización de esa zona. Esta contención debía lograrse golpeando en varios frentes o puntos clave:

- Uno era el militar-político, creando amenazas a la alianza atlántica que le obligaran a derivar recursos militares a otras áreas lejos del «espacio vital» ruso. Esto se lograría a través de la financiación, facilidades de entrenamiento, ventas de armas, etc.; a grupos guerrilleros o terroristas en varios países alrededor del globo, y especialmente a través de la financiación y apoyo a periodistas y activistas de tendencia izquierdista, para escribir artículos críticos y realizar protestas contra la expansión «agresiva» de la OTAN en los países del este europeo, especialmente en los que se suponía que contarían con instalaciones -complejos de radares, sistemas de misiles anti-balísticos, etc. «cuya existencia minara las capacidades de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa, sobre todo de su Fuerza de Cohetes Estratégicos» (el texto se refiere, sin nombrarlos específicamente, a Polonia y la República Checa). Con esto se buscaría poner a la opinión pública de estos países «huéspedes» en contra de la OTAN, para lograr que la presencia de la alianza atlántica en estas naciones se redujera o (idealmente) desapareciera.

- Otro «punto clave» era el económico: a través del debilitamiento de las economías de los principales países-miembro de la alianza atlántica, se buscaba socavar el poder de la alianza misma en todos sus aspectos, incluido el político y el militar. Este plan incluía complejas maniobras económicas efectuadas por el gobierno ruso en connivencia con otros países aliados (P.ej; China; Venezuela e Irán); dos ejemplos de estas maniobras eran la reducción de la compra de bonos del tesoro estadounidense por parte de China, y la des-dolarización de los mercados venezolano e iraní de petróleo y gas.

- Otra de las maneras de golpear las economías de los miembros de la OTAN, era creando un clima político con riesgos de guerra en varios países productores de gas y petróleo, que favoreciera una tendencia continuada de altos precios de la energía, a fin de encarecer el costo de la vida en todo el mundo, pero más especialmente en EE.UU. y Europa Occidental. También, el envío de contingentes militares de la alianza atlántica a diversos países con conflictos internos -léase terrorismo y guerrillas- buscaba minar económicamente el poderío de la OTAN, sobre todo de EE.UU. e Inglaterra, sus dos principales miembros. Como dato revelador, ya para 2012, cada soldado estadounidense apostado en el exterior costaba al erario público de dicho país la friolera de un millón de dólares al año, si se sumaban todos los gastos asociados a su permanencia, supervivencia, y toda la logística asociada para permitirle combatir. La doctrina Feduikov consideraba la desestabilización política de Afganistán e Irak como dos herramientas clave para provocar un «sangrado» económico para la OTAN, así como la creación de «puntos calientes» en Siria, Egipto y Libia a través de la manipulación del descontento de la población ante sus condiciones de vida, así como de atentados y acciones guerrilleras.

- A nivel tecnológico-militar, el «sangrado» económico a la fuerza de la OTAN debía lograrse a través de acciones clave en grandes áreas:

Medidas tales como la mejora en la tecnología de los misiles nucleares ICBM, con especial hincapié en la mejora de las ojivas de reentrada múltiples (MIRV, por sus siglas en inglés) y sus «ayudas a la penetración» (señuelos, interferidores de radar, etc.). Cada avance debía ser relativamente «barato» de implementar, pero debía de obligar, a la vez, a diseñar contramedidas (sistemas anti balísticos, ABM) cada vez más complejas y costosas.

Otro ejemplo de avance rentable era la modernización o «hibridación» de sistemas de misiles antiaéreos (SAM, por sus siglas en inglés) con varias décadas de antigüedad, pero a la vez con un gran despliegue en varios países del mundo. Estos planes de actualización contemplaban la instalación de equipamientos de radar y, en general, de electrónica más «aggiornada», para resultar más efectivos contra los modernos medios de detección, alerta e interferencia radioeléctrica occidentales.

Paralelamente, la producción y proliferación de misiles antibuque tales como el «Oniks» (tres veces más rápido que los «Exocet» o «Harpoon» occidentales), y de armas antitanque «de usar y tirar» de ataque vertical, diseñadas para penetrar el blindaje más débil de los blindados -el del techo-, prometían crear nuevas pesadillas para los estrategas de la OTAN.

En suma: cada uno de estos sistemas «efectivos en relación al precio» obligaba a un costoso despliegue de contramedidas por parte de sus contrapartes occidentales, o a un largo y complejo proceso de cambio de tácticas, con los altos costos asociados al entrenamiento necesario para familiarizarse con estas tácticas por parte de miles de soldados.

Según declaraciones de Feduikov posteriores al golpe de Estado, la idea general detrás de estas medidas era «que la expansión de la OTAN les resultara horriblemente cara a sus países miembro, sobre todo a EE.UU. Y eso sólo podía lograrse con una nueva guerra fría».

OPERACIÓN «PUERCOESPÍN» Y NUEVAS REVELACIONES

Como es de suponer, la implementación del «plan Feduikov» conllevó el esfuerzo más grande en la historia de la inteligencia rusa desde la operación de espionaje RYAN en 1983. (Ver: Operación RYAN) Por sí sola, la enorme y secreta tarea de reclutar el personal adecuado tanto para analizar como para ejecutar estas medidas conllevó meses.

El comité creado por Ibramovich y Grishen determinó que las tareas más sensibles (espionaje electrónico, infiltración de agentes, armado de una red mundial de informantes) debían ser llevadas a cabo sin el conocimiento de los altos mandos de la Fuerzas Armadas, y que sólo «elementos seleccionados» del SVR, del GRU (inteligencia militar) y del FSB (Servicio Federal de Inteligencia) debían de estar en conocimiento de estas acciones, para evitar filtraciones de información clasificada.

Para evitar tanto defecciones en el comité como filtraciones de datos, el presidente Ibramovich exigió que todas las reuniones fueran grabadas en video y/o transcriptas a archivos de texto por un anotador, y luego cifradas (aseguradas con clave) para proteger su contenido Esta fue una de las tantas medidas de seguridad que Treblenko -perteneciente al SVR- y Vasilykov -empleado del FSB- lograron burlar antes de fugarse del país.

Este celo por el secreto convirtió a dicho comité en una organización «negra», un «Estado dentro del Estado» en palabras del propio Grishen, y a su vez creó la necesidad de un sinfín de medidas de distracción o maskirovkas tanto domésticas como extranjeras, para ocultar la procedencia real de muchas de sus decisiones.

Todavía a 2035, dos años después del golpe de Estado que destituyó a Ibramovich, y un año luego del caso «Russleak», sigue develándose información acerca del enorme aparato de inteligencia desplegado por el gobierno ruso, que desplegó actividades tales como: espionaje, escucha de comunicaciones, ventas de armas a gobiernos y grupos terroristas, armado y entrenamiento de células terroristas, asesinatos selectivos, etc.; así como acciones militares encubiertas, en los territorios de Argelia, Egipto, Libia, Siria, Irán, el Kurdistán iraquí, y la República Democrática del Congo, entre otros. Este conjunto de acciones constituyó el núcleo de la llamada «Operación Puercoespín».

Asimismo, el armado de una red de centenares de analistas e informadores pro-rusos, reclutados y repartidos alrededor del mundo, demandó la creación de un nuevo software «semántico» capaz de monitorear, cotejar y analizar sus opiniones en tiempo real, en hasta cinco idiomas diferentes, a fin de que un grupo relativamente pequeño como el que formaba el comité pudiera manejar el cúmulo de informaciones de inteligencia que se recibía día a día. Este programa fue complementado con un software de análisis y proyección de precios de petróleo y gas natural, que indicaba a los analistas del comité las acciones más eficaces para lograr subas importantes del precio de estos recursos.

El arduo esfuerzo de la creación de estos programas y del mantenimiento de «canales de información seguros» fue encomendado a un escuadrón del SSSR, la rama de inteligencia dedicada a la criptografía (seguridad de datos) y a la vigilancia de Internet, entre otras tareas. La importancia de las acciones de este grupo de hackers y analistas queda subrayado por el hecho de que no sólo fueron amnistiados y mantenidos en sus puestos por el presidente interino Ulyanov, sino que sus nombres siguen manteniéndose en secreto. Y se prevee que, gane quien gane las elecciones de este año, dicha amnistía se prolongue por varios años más.

Si bien hechos como éste han levantado suspicacias en occidente acerca de la actitud «pacificadora» del nuevo gobierno, está claro que los políticos rusos no renunciarán a sostener parte del gigantesco entramado de análisis y vigilancia urdido durante los años anteriores, y que según el actual director de la CIA, Harold Solby, «ha ayudado incuestionablemente a renovar el papel de potencia de la Federación Rusa, aunque a costa de una enorme tensión internacional y de pérdidas de vidas en muchos casos innecesarias».  

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